Cuántas veces hemos dado una impresión de manera automática a partir de creencias explícitas, dejándonos una sensación de reacción involuntaria ante una situación determinada, que en muchas ocasiones resulta en un mal momento, entonces por qué lo seguimos haciendo.
El modo de pensamiento relacionado con las actividades mentales que requieren esfuerzo (pensamiento mental), normalmente se asocia con la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse, mientras el modo de pensamiento simple genera impresiones a partir de la asociación de patrones e ideas que el pensamiento mental ya proceso, dándolas por hecho.
Cuando el modo de pensamiento simple (reacción rápida) provoca un fuerte impacto negativo, se suele ver la vivencia como un probable error en el futuro, obligando al pensamiento mental a permanecer atento a un solo evento para que lo que paso no vuelva a ocurrir, reduciendo la capacidad de pensar y reaccionar ante estímulos que habitualmente atraen nuestra atención. Ejemplo. Enfocarse en el comportamiento del director para identificar si sigue molesto por no haber incluido en el reporte mensual los resultados de la oficina regional, descuidando el logro de objetivos del equipo a cargo.
Es en estos momentos que surge la interrogante, ¿qué es mejor?. Dejar que la razón se sobreponga a la emoción, aunque eliminemos la intuición, o permitir que la emoción se sobreponga a la razón, aunque tengamos consecuencias no agradables.
La realidad es que requerimos de los dos pensamientos para tener equilibrio, así como desarrollo cognitivo y emocional. Sin el pensamiento mental no podemos crear nuevos aprendizajes basados en teorías comprobables, que son los que constituyen nuestro conocimiento sólido, ni ser capaces de reflexionar antes de actuar, mientras que sin el pensamiento simple perdemos nuestra capacidad intuitiva, vista como la habilidad para reaccionar de manera clara e inmediata, convirtiéndonos en personas lentas y tediosas.
Desarrollar habilidades de pensamiento como “manejo de las emociones”, “capacidad de análisis”, “tolerancia al cambio y a la frustración” y “autoestima”, entre otras, ayuda a hacer frente a las respuestas de los pensamientos para lograr una adecuada armonía y con esto un crecimiento cognitivo y un comportamiento certero. Mientras más habilidades de pensamiento tengamos desarrolladas, mejor podremos movernos entre el pensamiento simple y el pensamiento mental.
Por Paty Bernal
Dirección de Desarrollo | Especialista en tecnología educativa al desarrollo de contenidos de habilidades blandas y técnicas.
Junio 2022
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